Bienvenida sea toda actitud orientada hacia el reino de la solidez, en el que la presencia tiene otro sentido. Porque lo que entendemos por realidad no deja de ser un concepto limitado ya desde el inicio de la percepción. Otras dimensiones pueden abrirse cuando se logra estabilidad emocional y trasferimos energía desde la emoción a la conciencia. Pero, antes de aceptar tal posibilidad, alguien seguirá preguntando )cómo sería el proceso para conquistar lo atractivo de ese tiempo nuevo? Sin duda, el principio está en la disposición para un largo recorrido por un mundo fragmentado hasta lograr la fusión de sus fragmentos, y contemplar después la unidad real de las cosas, viviendo aquí y ahora, en cada instante, felizmente libres.
Sabemos que todo nuestro cuerpo vive en el ahora, pero nuestra mente tiende a recrearse fortaleciendo así la disfunción del tiempo. Todo cuanto sucede en el cuerpo sucede en el instante presente, no antes ni después, sino ahora. La circulación sanguínea, la respiración, la digestión, los latidos del corazón, las secreciones, las vibraciones, el hambre, la sed, el sueño, la fatiga, el dolor, el descanso …, se producen en el momento presente.
A pesar de todos los olvidos y comodidades, la oportunidad para el descubrimiento del ahora permanece a la espera de una sonrisa y un reconocimiento. Todo depende de la voluntad para llegar a contactar con nuestras pulsiones, con nuestros latidos, con nuestro vacío, con la "nada". Así es cómo, cuando y dónde se toca la vida, porque todo cuanto es real sucede en el presente, ni ayer ni mañana, sino en este preciso instante, aquí y hora. Y cuando nuestra disposición facilita la llegada a esa apreciación, descubrimos el momento existencial, y la amplitud de una nueva experiencia.
Lo que entendemos por felicidad, es decir, estado de ánimo y de conformidad, cobra otra dimensión con la presencia, otro contenido que supera incluso el concepto de estabilidad, sobre todo, cuando el equilibrio deja de ser ya el objetivo inmediato y se adentra uno en otro plano superior de conciencia y de comprensión. Es decir, un estado de consciencia pura. En tal situación, se produce la fusión de los fragmentos y la conquista del reino de la totalidad. Y, en ese instante de presencia consciente, comenzamos a comprender el sentido de la esencialidad, el sentido del vació y la constancia de la nada. Todas esas vivencias e instantes de comprensión aportan energía pura para vivir felizmente libres. Esa experiencia del presente permite también saborear el gozo de lo perdurable. Pues, el aquí y el ahora, el eterno presente, solo pueden ser vividos desde la consciencia.